"La dificultad no debe ser un motivo para desistir sino un estímulo para continuar"

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Las moradas o Mi castillo interior. Santa Teresa. Comentario

Hola, querido dokusha: Voy a regalarte hoy en esta faltriquera las palabras de una gran mujer, de la “monja andariega”, como la calificó el nuncio de su Santidad el papa, el cardenal Sega, de Santa Teresa de Jesús y uno de sus libros cumbre: Las Moradas o Castillo interior… Verás, voy a situarte un poco para que no te pierdas y lo voy a hacer con “dos palabras” sobre su vida y su obra. Santa Teresa de Jesús, de nombre Teresa de Cepeda y Ahumada, pasó hasta los veinte años en su casa familiar, ingresando en el convento de la Encarnación de Ávila, y profesando en 1537. Durante diez años estuvo en el convento, sufriendo frecuentes enfermedades, y desde el año 1547 recorrió Castilla, La Mancha y Andalucía, fundando para la nueva orden de los Carmelitas Descalzos un total de diecisiete conventos. Con treinta y nueve años, tras la lectura de las Confesiones de san Agustín, inició una vida mística, que tuvo fundamental influencia en su producción literaria. En el año 1622, fue canonizada por el papa Gregorio XV, y nombrada Doctora de la Iglesia en 1970 por el papa Pablo VI… Una nueva petición de sus monjas y superiores vuelve a importunar a la santa para escribir un tratado de oración, que realiza en 1577, comenzando con su tradicional queja por el esfuerzo que le supone. A su vida de oración en el convento se sumaban las labores de dirección y nuevas fundaciones y debía sacar tiempo de donde no lo tenía para escribir con una pluma y la débil luz de una vela, en muchas ocasiones robándole tiempo al sueño… Las moradas o Castillo interior comienza con una metáfora que explica sus dos títulos: “…considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas… y en el centro y mitad de todas estas tiene la más principal, que es adonde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma… la puerta para entrar en este castillo es la oración y consideración, no digo más mental que vocal; que como sea oración, ha de ser con consideración; porque no advierte con quien habla y lo que pide y quien es quien pide y a quien, no la llamo yo oración, aunque mucho menee los labios…”. Desgrana la oración en 7 moradas (frente a las cuatro etapas que comenta en el Libro de la vida. Después de describir con detalle cada grado de oración y los efectos que dejan en el alma con refuerzo de virtudes, y lo que podemos hacer de nuestra parte para que el Señor quiera darnos las gracias místicas hay dos importantes conclusiones. La primera es que estas gracias: “…no piense alguna que es solo para regalar estas almas, que sería grande yerro; porque no puede su Majestad hacernos mayor regalo que es darnos vida que sea imitando a la que vivió su Hijo tan amado; así tengo yo por cierto que son estas mercedes para fortalecer nuestra flaqueza –como aquí he dicho alguna vez- para poderle imitar en el mucho padecer. Siempre hemos visto que los que más cercanos anduvieron a Cristo nuestro Señor fueron los de mayores trabajos…”. (Moradas 4,4 y 4,5). O dicho más resumido, los favores y gracias místicas: “…procuremos alcanzar, y no para gozar, sino para tener estas fuerzas para servir…”. Moradas (4,12). La segunda habla de la prevención a los que pretenden ser muy espirituales: “…poco me aprovecha estarme muy recogida a solas haciendo actos con nuestro Señor, prometiendo y proponiendo hacer maravillas por su servicio, si en saliendo de allí, que se ofrece la ocasión, lo hago todo al revés…”. (Moradas 4,7). Y esta otra advertencia, aún más dura: “…¿Sabéis qué es ser espirituales de veras”: hacerse esclavos de Dios, a quien, señalados con su hierro que es el de la Cruz, porque ya ellos le han dado su libertad, los pueda vender por esclavos de todo el mundo… así es que, hermanas, para que lleve buenos cimientos, procurad ser la menor de todas y esclava suya…”. (Moradas 4,8). También encontramos este texto genial y revelador: “…que Marta y María han de andar juntas para hospedar al Señor y tenerle siempre consigo, y no le hacer mal hospedaje no le dando de comer. ¡Cómo se lo diera María, sentada siempre a sus pies, si su hermana no le ayudara? Su manjar es que de todas las maneras que pudiéramos lleguemos almas para que se salven y siempre le alaben…”. (Moradas 4,12)… Pues bien, esto y mucho más vas a poder encontrar en esta magnífica obra que hoy nos deja la santa de Ávila… También os la dejo en portugués con el título de Livro das moradas ou Castelo interior. Entonces, amigo lector, ahora sí, lee y disfruta…

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